Astrofísicos creen haber hallado la causa de porqué el Sol es más caliente en su exterior que en su núcleo. Un estudio publicado este jueves parece explicar por qué la corona del Sol alcanza temperaturas cientos de veces superiores a partes del astro que se encuentran mucho más cerca del núcleo que produce el calor. Para calentar la corona solar a varios millones de grados y acelerar a cientos de kilómetros por segundo los vientos solares que se
propagan en todas las direcciones, incluso hacia la Tierra, se necesita energía, escriben Scott McIntosh, del Centro Nacional Estadounidense de Investigación Atmosférica, y otros investigadores en la revista Nature.
La temperatura alcanza aproximadamente 6.000 grados en la superficie del Sol y dos o tres millones de grados en la corona, pese a que esta última se halla mucho más lejos del núcleo del astro, donde tienen lugar las reacciones nucleares que producen el calor.
Hannes Alfven, un físico sueco que obtuvo el premio Nobel en 1970, estimó que había ondas que transportaban esa energía por líneas del campo magnético que recorre el plasma (gas con partículas cargadas con electricidad) de la corona. Hasta ahora, no se había logrado detectar la cantidad de ondas de este tipo necesarias para producir la energía requerida.
Imágenes de alta definición ultravioleta tomadas con mucha frecuencia (cada ocho segundos) por el satélite de la NASA Solar Dymanics Observatory (SDO) permitieron al equipo de Scott McIntosh detectar gran cantidad de estas ondas Alfven. Las mismas se propagan a gran velocidad (entre 200 y 250 kilómetros por segundo) en el plasma en movimiento, indica en un comunicado el profesor Marcel Goossens, de la Universidad Católica de Lovaina, quien participó en la investigación.
La energía de los vientos solares.
Estas ondas, cuyo flujo energético se ubica entre 100 y 200 vatios por kilómetro cuadrado, «son capaces de proveer la energía necesaria para propulsar a los rápidos vientos solares y así compensar las pérdidas de calor de las regiones menos agitadas de la corona solar», estiman los autores del estudio.
Sin embargo, esto «no basta para proveer los 2.000 vatios por metro cuadrado que se necesitan para abastecer a las zonas activas de la corona», agregan en Nature. Por lo tanto, se necesitarían instrumentos con mayor resolución espacial y temporal «para estudiar todo el espectro de energía irradiada en las regiones activas».
Además, habría que «entender cómo y dónde se generan y disipan esas ondas en la atmósfera solar».