EL CLUB HÍPICO Y CENTRO TRADICIONALISTA DE PUERTO MADRYN, RECUERDA EL PORQUE DEL DIA NACIONAL DEL CABALLO
El día elegido para la conmemoración corresponde a la fecha de culminación de la hazaña realizada por el jinete Aimé Félix Tschiffely, que en 1928 arribó a la ciudad de Nueva York montando a los caballos criollos Gato y Mancha, luego de recorrer más de 14.500 kilómetros en una travesía que duró tres años y cinco meses. Además, la celebración ha sido establecida por Ley Nacional 25.125 a efectos de celebrar la presencia y relevancia con que el caballo acompañó a la organización histórica, económica y deportiva del país. Ya Charles Darwin, en su visita por nuestro territorio, ponderaba la habilidad de los jinetes y la calidad de nuestros caballos, pero un 24 de abril de 1925 el Caballo Criollo entraría en la historia, pues desde Buenos Aires comenzaba una de las travesías más famosas del siglo. En 1911 Emilio Solanet, selecciona y trae del sudoeste del Chubut un notable lote de padrillos y yeguas indias de las manadas criollas marca del Corazón, célebres animales pertenecientes a la tribu de los indios tehuelches Liempichún. El propulsor y creador de la raza Criolla: Emilio Solanet, le regala dos caballos al profesor suizo Aimé Félix Tschiffely: Gato y Mancha. Tschiffely estaba convencido de la fortaleza de los rústicos y estilizados caballos criollos, y quería demostrarlo. Partieron desde la Sociedad Rural, en Palermo.
«Mancha” era un excelente perro guardián: estaba siempre alerta, desconfiaba de los extraños y no permitía que hombre alguno, aparte de mí mismo, lo montase… Si los extraños se le acercaban, hacía una buena advertencia levantando la pata, echando hacia atrás las orejas y demostrando que estaba listo para morder…
“Gato” era un caballo de carácter muy distinto. Fue domado con mayor rapidez que su compañero. Cuando descubrió que los corcovos y todo su repertorio de aviesos recursos para arrojarme al suelo fracasaban, se resignó a su destino y tomó las cosas filosóficamente… Mancha dominaba completamente a Gato, que nunca tomaba represalias», relata Tschiffely.
«Mis dos caballos” me querían tanto que nunca debí atarlos, y hasta cuando dormía en alguna choza solitaria, sencillamente los dejaba sueltos, seguro de que nuca se alejarían más de algunos metros y de que me aguardarían en la puerta a la mañana siguiente, cuando me saludaban con un cordial relincho». Tschiffely tuvo que resignarse a no llevar carpa, ya que las que se podían conseguir por aquellos tiempos eran muy pesadas. Recorrieron 21.500 Km distancia que separa a la ciudad de Buenos Aires de Nueva York y conquistaron el récord mundial de distancia.
Logró la hazaña: al llegar a la Quinta Avenida de Nueva York llevaba en los cascos de su caballo criollo el polvo de veinte naciones atravesadas de punta a punta, en un trayecto más largo y rudo que el de ningún conquistador, y sobre su pecho, en moño blanco y celeste, bien ganados como una condecoración, los colores argentinos. Mancha y Gato volvieron a sus añoradas pampas el 20 de diciembre de 1928 pisaron otra vez suelo porteño. Años después de culminada la travesía y de regreso en Argentina, Aimé se llega un día a la Estancia «El Cardal». Viene a visitar a sus amigos, a quienes hace mucho que no ve, y con quienes compartió tantos momentos de alegría y sinsabores. Se baja en la entrada de la estancia, lanza un silbido y al momento se le acercan al trote Gato y Mancha. Iban al encuentro de su preciado compañero. Aquellos heroicos caballitos criollos no lo habían olvidado. Aquellos dos fieles equinos, Gato y Mancha, que hoy descansan en la estancia El Cardal junto a los restos del andariego profesor extranjero que los llevó por horizontes lejanos a la Argentina, son un símbolo de la entrega y la fidelidad del caballo a las causas nobles que hicieron historia… Y por ello el Honorable Senado de la Nación Argentina y la Cámara de Diputados, designa el día 20 de septiembre de cada año como el «Día Nacional del Caballo».
Romance de Gato y Mancha
…Auxilien mi inspiración,
porque intento en la ocasión
rendir sincero homenaje
a un hombre, por su coraje,
y a sus fieles compañeros:
dos caballos, “GATO” y “MANCHA”.
El hombre era un gringo loco
que se le puso en el coco
allá por los años veinte,
la idea muy peregrina
de unir a nuestra Argentina
con los Estados Unidos
en un galope tendido…
…Los bichos no eran de silla
sino recién agarraos
y pa’ ponerles recao
lo hicieron dudar al gringo
que con paciencia de indio
tanto y tanto los sobó,
que al final los enriendó
y demostrando su cancha,
los bautizó “GATO” y “MANCHA”
y pa’l Norte los rumbió…
De: Cacho Rodríguez