Por Nicolas Quiroga. Este artículo analiza algunos aspectos ligados al estudio del Partido Peronista a nivel local. Desde distintas disciplinas (antropología, sociología, ciencias políticas e historia) se ha subrayado la importancia de las unidades básicas, acaso la institución más pregnante del peronismo. Proponemos aquí cuatro notas sobre el desarrollo de las mismas entre 1946 y 1945. Introducción, 1. La unidad básica como performance. 2. Los estudios locales y un debate necesario. 3. El “internismo” peronista. 4. La política en comunidades locales. La grilla social. Apuntes finales Introducción “Sólo la organización vence al tiempo” decía Perón a través de Mundo Peronista y los textos doctrinarios. Del Partido Peronista puede decirse que, en cierto sentido, ha vencido al tiempo, y puede sostenerse que desde sus distintas instituciones nunca ha dejado de promover y festejar pasos en su organización. Sin embargo, algunas de sus instituciones han perdurado sin necesidad de amoldarse a estrictas reglas partidarias, e incluso lo han hecho a costa de “ausentarse” del clímax organizativo que el peronismo define bajo el término de “unidad” . Las cuatro apretadas notas que siguen tienen que ver con la institución del Partido Peronista denominada “unidad básica”. Reflexionamos en esos apartados, sin concluir pero arriesgando algunas sentencias para debatir, acerca de nuestra propia investigación en curso sobre el Partido Peronista (masculino) en comunidades locales durante el primer peronismo.
3La primera nota apunta a ligar coyunturas distantes y enfoques múltiples en torno a las unidades básicas en el primer peronismo y en el de los años noventa. La segunda intenta revisar brevemente algunos objetivos posibles para los estudios de escala local. La tercera presenta algunos aspectos de nuestra investigación. Y la cuarta intenta reparar en algunas procedimientos que vinculen el análisis de las prácticas políticas con algunos tópicos de la historia social, en especial para discutir procedimientos que reducen el antagonismo político al ejercicio mismo de la actividad partidaria, sin considerar que en el escenario de una fuerte polarización, la arena política nomina las tensiones sociales y le cede sentidos actuales, propios de los contemporáneos.
4Al revisar algunos interrogantes provenientes desde distintas disciplinas acerca de las unidades básicas hemos advertido que se hace necesaria una ampliación de los enfoques que desde la historiografía ensayamos sobre el primer peronismo. En ese sentido espero que estas cuatro notas sirvan como borradores para contribuir a una discusión interdisciplinaria.
1. La unidad básica como performance.
5¿Qué se ha dicho sobre la unidad básica, “órgano primario” del partido peronista? Poco. La literatura sobre su funcionamiento, sobre las normas que la rigieron y la rigen, sobre su dimensión partidaria y social, es escasa o poco difundida. Los avances sobre ese terreno provienen de la sociología y la antropología, y se concentran en los procesos de los últimos tiempos (fines del S. XX hasta la actualidad).
- 1 Barry, Carolina. “Las unidades básicas del Partido Peronista Femenino (1949-1955)” en Ramacciotti, (…)
- 2 Levitsky, Steven. La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelist (…)
- 3 Levitsky, Steven. “Institutionalization and Peronism. The Concept, the Case and the Case for Unpac (…)
6Sobre las unidades básicas durante el primer peronismo las referencias son fragmentarias. Los mayores avances en el tema provienen de las investigaciones de Carolina Barry sobre el Partido Peronista Femenino, pero incluso en ellos se hace difícil compensar lo que sabemos sobre lo que diferentes directivas partidarias querían que se hiciera en las básicas, y nuestro conocimiento de las prácticas políticas surgidas desde el seno de esas instituciones[1] . Hay ahí un problema conocido: la distancia entre la norma y la práctica. ¿Y por qué no volver, para estudiarlas, a la vieja receta malinowskiana: anatomía, normas, prácticas, representaciones, mentalidades?. La antropología y la sociología, en ese sentido, han forjado cuestionarios más sofisticados para romper con ciertos presupuestos con los que las prácticas políticas peronistas en sede barrial han sido habitualmente concebidas (clientelismo, faccionalismo, asistencialismo, etc.). Hay que agregar a las ciencias políticas en la lista de disciplinas que han elaborado lecturas sobre las unidades básicas. Aunque sólo sea para mencionar el trabajo más referido, el de Steven Levitsky[2]. Levitsky reparó en la importancia de las unidades básicas en la organización del partido peronista a lo largo de sus más de cincuenta años de existencia. Concebido como un partido informal de masas, el peronista es uno con rutinización débil , lo que le permitiría un registro de adaptación y cambio. Las unidades básicas, con sus heterogéneas expresiones, serían nodos densos en la red partidaria, vasta y pregnante, que un dirigente tildó de “organización desorganizada” . En las encrucijadas de la informalidad y la formalidad partidarias, las unidades básicas codificarían tanto la débil rutinización de reglas formales cuanto la fuerte rutinización de comportamientos[3]. Al respecto Levitsky sostiene:
- 4 Levitsky, Steven. La transformación del justicialismo…ya citado, p. 87.
El partido no las crea ni es propietario de sus oficinas, los activistas las fundan por su cuenta. Cualquiera puede crear una UB, en cualquier momento y en cualquier lugar. Con frecuencia, los punteros establecen una UB en su propia casa y así se convierten, literalmente, en sus “dueños”[4].
- 5 Auyero, Javier. La política de los pobres. Las prácticas clientelistas del peronismo, Buenos Aires (…)
7Javier Auyero ha entrevisto algunos cambios y continuidades en ese tipo de organizaciones, en coyunturas en las que las unidades básicas (entre otras instituciones) adquieren relevancia a nivel de base, en lo que el autor denominó “red de resolución de problemas”[5]. Y en ese sentido, los lazos entre el puntero político y las unidades básicas son pensados no sólo desde las prácticas sino también desde las actualizaciones de una tradición peronista que permanentemente se niega al principio de sola scriptura. Auyero elaboró, en su libro citado, una perspectiva centrada en el concepto de performance, para pensar la relación entre los mediadores políticos y la tradición peronista (dos mujeres “propietarias” de sendas unidades básicas y su relación con Evita). Al concebir como “comportamiento reestablecido” las puestas en escena de ambas dirigentes barriales, Auyero desplaza cualquier automatismo que pretenda ser utilizado para entender la legitimidad de los punteros políticos, y remite a la noción bourdesiana de habitus para dar cuenta de los rituales de “improvisación regulada” sobre los que se montan los intercambios clientelares. Aún si la coyuntura sobre la que trabaja Auyero (la segunda mitad de los noventa) parecería legitimar una superposición de los términos unidad básica y puntero político, a nuestros fines podríamos pensar esa perspectiva con el objeto de subrayar la carga performativa del nombre “unidad básica”, y la silente creencia de que por impulso creador de una intersección entre un lugar físico (el local, que puede estar en propiedad privada) y un nombre (la básica), se funda también un centro eléctrico, un capacitor de poder.
- 6 Soprano, Germán. “La producción de actores e identidades políticas en el peronismo durante un proc (…)
8Germán Soprano ha investigado algunos rituales políticos en el Partido Peronista misionero a fines de los años noventa. Sus conclusiones arrojan luz sobre formas de organización partidarias en las que fricionan distintas legitimidades. Son esas fricciones las que multiplican los sentidos de la acción política, resignificando la traza del enemigo y la forma de la “unidad”. A Soprano los “peronistas misioneros” le recuerdan a los kachin que estudió Edmund Leach, con su doble principio de organización y socialización (uno igualitario, “gumlao”; otro jerárquico, “shan” y su forma concreta y situacional de acción, “gumsa”)[6].