Si hay una foto emblemática y con una carga simbólica sin par en el peronismo es la de su Líder montado a caballo. Enmarcado en los festejos y conmemoración del Año Sanmartiniano se realizó un desfile el 17 de agosto de 1950 encabezado por el Presidente Juan Domingo Perón con su cabalo pinto, llamado Mancha. Icónicamente no son pocas las fotos de Evita y Perón que definen una época y un estilo político, pero aquella que inmortalizó la cámara del matancero Antonio Perez, fue el póster eterno de unidades básicas y sindicatos. Imagen que muestra fortaleza de un Estado en homenaje al general José de San Martín, Libertador y mito fundante, donde Perón se posicionó al frente de las fuerzas armadas argentinas para rendir honores al Gran Capitán y llevar su legado – en paralelo con el justicialismo – al pueblo.
Mancha, me dijo Porfidio Calderón y otros compañeros de la Revolución de Valle, era oriundo de Carlos Casares.
Amante de los animales tuvo en los perros y caballos grandes amigos. En su quinta de San Vicente hizo demoler la antigua casa y mandó construir un enorme chalé y una caballeriza donde alojó al famoso caballo.
También hay imágenes en revistas de la época donde se testimonia que lo uso para salto con obstáculos y otras actividades de equitación al homónimo del Mancha que con Gatocabalgaron el continente años antes en heroica travesía.
La raza del caballo era Appaloosa. Hubo caballerizas famosas con esta raza en San Nicolás, Buenos Aires, y en Salta, donde también se cuenta que en un ingenio salteño, supo tener ejemplares que fueron regalados por Peron y venían desde Cuba. También una anécdota de 1953 donde, ante la visita del Presidente, los militantes peronistas intentaron homenajearlo con un desfile con un Mancha local – pintado a brocha para la ocasión – pero que un aguacero inoportuno destiño al sufrido equino.
Siguiendo con los Appaloosa, caballo manchado o moteado, fue muy apreciado a lo largo de la historia. Estos caballos aparecieron plasmados en pinturas rupestres que datan de hace más de 20.000 años, realizadas por el hombre de Cromañón. También se los vio en el arte chino y en el persa.
Fueron los españoles quienes introdujeron esta raza de caballo en el continente americano. Los caballos acompañaron a los indios llaneros hacia el norte del continente norteamericano y, cerca de 1730, aparecieron en el territorio de los Nez Perce.
Los indios Nez Perce habitaban una región ancha y productiva cerca del río Palouse. El nombre actual de Appaloosa les viene de ese río, pues estos nativos los criaron en gran cantidad, ya que sus características eran óptimas: resistencia, fuerza y mansedad.
Estos caballos estuvieron a punto de desparecer en la guerra contra las Nez Perse que el ejército norteamericano llevó adelante en 1877. La principal fortaleza de los indios fueron sus caballos, tremendamente resistentes a largas distancias. Por ello, el ejército quizo matarlos. Finalmente no lo hicieron, y muchos de los ejemplares fueron vendidos o asimilados a otras razas.
Similitudes, coincidencia o consecuencia? El ejército de la Fusiladora siguió el ejemplo de los chaquetas azules del general Custer. Se afirmó que: “La hija del general Valle contó que en su momento fueron a buscar el caballo pinto de Perón, y no lo encontraron, porque lo habían teñido. Después hubo otra búsqueda más en serio y lo encontraron porque alguien de la Libertadora dijo que se lo iban a entregar. Y así fue: le entregaron el cuero en una caja de madera.”
Sus últimos años los paso Mancha, se comentó, en Junín, provincia de Buenos Aires, donde se lo dejó morir de hambre. También se cuentan que sus bazos se los llevaron algunos compañeros sindicalistas a Perón en su exilio madrileño como ceniceros.
En el marco de su política de Estado en defensa de los equinos, el Presidente de la Nación Juan Domingo Perón, afirmó un 21 de septiembre de 1950 – conmemorando el día del caballo criollo -, con motivo de la donación de 100 caballos Criollos para montar el escuadrón Riobamba, que “no solo compromete mi más íntimo agradecimiento, sino inspira un motivo para la justiciera recordación, de esta noble raza, a los cuales confió el Gran Capitán D. José de San Martín la conducción del Ejército de los Andes.”
En aquella ocasión, el presidente Perón afirmó también: “he estampado en el libro del Regimiento que guarda los recuerdos de las visitas, la historia breve y sintética de un Caballo Criollo que, puede decirse, está en la Legión de los Héroes que formaron el Regimiento”.
Así fue como “ese mismo Caballo Criollo, “Decano” de pelo colorado, se incorporó en 1813 al Regimiento de Granaderos a Caballo e hizo toda la campaña de los Andes y del Perú. Participó en las batallas de Sipe-sipe y Chacabuco, en donde fue herido de bala. Intervino en Cancha Rayada, Bio Bio y Maipú, y volvió a la estancia de origen del teniente Miguel Caxaraville, en la provincia de Buenos Aires, para morir en 1825?.
Estos datos sirvieron para que muchos años después se plantease un proyecto de declaración, firmado por F. Pinedo, de la H Cámara de Diputados de la Nación, donde al ”CABALLO DE RAZA CRIOLLA” se lo declaró “CABALLO NACIONAL” y se designa a la “ASOCIACIÓN DE CRIADORES DE CABALLOS CRIOLLOS” como custodia y difusora de la raza.
Menos digno y más truculento es este dato: ¿Sabían que Perón prohibió por decreto la faena de caballos?
La matanza de caballos para ser comestibles tuvo su coto en 1974 donde el tres veces Presidente constitucional Juan Domingo Perón, amante de los caballos, mediante el decreto 1591 prohibió en todo el país la matanza para faenamiento de ganado equino, machos menores de 12 años y hembras menores de 15.
El Presidente Raúl Alfonsín amplió el alcance del decreto, pero en 1995, una ley del Congreso dejó sin efecto la última modificación hecha en época radical sobre el faenamiento de caballos.
La ley 24.525 impulsó el “consumo, fomento y desarrollo del ganado equino y sus subproductos”. Pero todavía seguía vigente el decreto 1591/74, con la restricción de la edad. Entonces un nuevo decreto menemista, el 874, de 1998, consiguió en la derogación del 1591… este Carlitos!
Avances y retrocesos en la defensa local de los animales lo tuvo, ciertamente, a Perón como un abanderado de su causa. Ya en sus años de exilio en Puerta de Hierro rememoró un suceso en Italia cuando le ofrecieron en un restaurante bistec de caballo: “Nunca ofrezca usted a un argentino – le dijo al italiano del restaurante – carne de caballo. Es como si le ofreciera carne humana; porque, nosotros, que nacemos en el campo y vivimos con el caballo, tenemos un amor tan grande a este animal que, para nosotros, comer carne suya sería como un acto de antropofagia”.
En el citado reportaje de inicios de los ’70 con Esteban Peicovich, Torcuato Luca de Tena y Luis Calvo – editado en el libro Yo, Juan Domingo. Relato Autobiográfico – recordó “a un caballo suyo, de raza persa, que compró en los primeros días que estuvo en el gobierno, al que montaba cuando podía en el picadero, por las mañanas, acompañado de Evita, quien al decir de Perón, era excelente amazona. El caballo de Juan Domingo se llamaba Manchay la yegua de Evita, Esterlina”.
Habrá tenido algo que ver el primitivo origen oriental y luego reeducado de los primeros pobladores del norte del continente que tenía en su carga simbólica dicho caballo para que Perón lo eligiera?
Por que no blanco puro como el de san Martín que nos planteó la historia mitrista y si uno con origen simbólicamente mestizo y criollazo?
Fue intuición y/o inteligencia emocional que lo hizo elegir a un animal que simbolizaba la unión de varias culturas en resistencia al poder de europeos y norteamericanos?
El yin y el yan, lo blanco y negro, la civilización y la barbarie en armonía como en su pensamiento que debía aspirar a ser la comunidad organizada argentina?
O fue sólo amor a primera vista entre Mancha y Perón? Quién lo sabrá, sólo son especulaciones intespectivas…
La imagen de Perón con Mancha, se multiplica en este siglo XXI – cual imagen del Che vía Koda – en postales, posters, en las fantásticos y transgresores dibujos trazadas con nuevos criterios por Daniel Santoro y Rep, y en el caballo de calesita, blanco de pintas negras, rescatado en el Museo Evita.
Aún el cabalgar de Mancha con su ilustre jinete sigue resonando por estas latitudes y sigue emocionando como el primer día que la unión animal – hombre dejo entrever a un nuevo centauro de las pampas listo para defender a su pueblo.
*Politólogo, Docente de la UCES y Miembro de los Institutos Nacionales Eva Perón, Rosas y Manuel Dorrego.