“Cuando apareció Perón en 1944 ó 1945 en la Secretaría de Trabajo y Previsión, yo era un joven obrero textil que, como todos los trabajadores, vivíamos con bajos salarios, sin protecciones sociales, con largas jornadas de trabajo y mucho maltrato de los capataces. Para mí eso era lo normal, pensaba que así era la vida de obrero que me había tocado ser y me la tenía que aguantar. Perón fue el que me dijo que eso no era así. Que eso era injusto y que había que cambiarlo y que se podía cambiar si nos uníamos con los compañeros en los sindicatos. Me abrió la cabeza. Desde entonces supe que no tenían derecho a explotarme”. Y así fue peronista toda su vida, este hombre nacido en la proletaria zona de Berisso, un 2 de agosto de 1914. Sin lugar a dudas, el currículum de Andrés Framini debe ser uno de los más nutridos, compactos y honrosos del movimiento obrero y del Movimiento Nacional Peronista. Cuando un golpe militar “gorila”, concluyó con Perón en el exilio en septiembre de 1955, Framini, el hombre de los anteojos oscuros, tomó un “hierro caliente”; se hizo cargo de la Confederación General del Trabajo (CGT) y debido a las persecuciones de Aramburu y Rojas a través de los famosos y nefastos “comandos civiles”, el “Negro” Framini con otros compañeros, desde la clandestinidad, conformó la CGT Auténtica (1957). Secretario General del gremio de los Textiles también pasó a ser un referente obligado de la Resistencia Peronista. Por esa razón, fue encarcelado más de una vez. Y su mujer con cierta lógica no exenta de sorna decía que “cuando Andrés está preso me quedo tranquila porque entonces sé, tengo la seguridad que está vivo”. En marzo de 1962, por orden de Perón, fue candidato a Gobernador por la Unión Popular (el peronismo proscripto no podía presentarse como tal) y ganó las elecciones que el presidente Frondizi debió anular luego de efectuadas y desconocer el veredicto popular, con un costo político muy grande ya que inmediatamente, además, fue destituido por los militares, verdadero poder detrás del trono. Por más que Framini no pudo asumir su cargo, la campaña electoral y los actos realizados, evidenciaron algo irrefutable: el Peronismo estaba más vivo que nunca en el corazón del pueblo trabajador y consignas revolucionarias de los estrategas de la Unión Popular, como “Déle paso a un obrero en la provincia de los estancieros”, evidenciaba que aquella vieja consigna del primer peronismo de que “la tierra es un bien social y se ha de dar a quien la trabaje” no era letra muerta y era tenida muy en cuenta por las masas peronistas. Para los ’70, Andrés Framini y otros viejos y leales compañeros sindicales peronistas como Avelino Fernández, Dante Viel, Armando Cabo y Sebastián Borro dieron todo su apoyo a la Juventud Peronista (JP) y los Montoneros. Y tomaron parte luego, de la creación del Partido Peronista Auténtico (PPA) ante la traición evidenciada por los grupos afines a Isabel Martínez y López Rega. Miguel Bonasso cuenta de esa época de lucha y semi ocultamiento, debido al acoso asesino de la Triple A, que por ahí alguien del grupo, en la calentura de una discusión, decía: “¡Fulano es un pelotudo!” y el “Negro” Framini exclamaba: “¡Ah… entonces es peronista!”. Agregando de inmediato con su voz pastosa: “Porque para ser peronista de verdad en estos momentos, hay que ser loco o pelotudo….”. Sobrevivió a las dictaduras militares de Videla, Viola, Galtieri y Bignone en la más absoluta clandestinidad. Con la vuelta de la democracia siguió mostrándose como lo que fue, era y sería siempre: un auténtico peronista, para horror de muchos que por un cargo o una prebenda declamaban a viva voz y las 24 horas del día, que el peronismo era cosa del pasado. Aportó su testimonio histórico para el film de David Blaustein, cazadores de Utopías”. Murió con 87 años, seguramente de la mejor manera que se le hubiera podido ocurrir a un “peruca” como él. De un síncope cardíaco, el 9 de mayo de 2001, en tanto recordaba públicamente pasajes de la vida de Eva Perón, a propósito del largometraje de Leonardo Favio, “Perón. Sinfonía de un Sentimiento”, que acababa de proyectarse en la sede central de la Confederación de los Trabajadores Argentinos (CTA) en esta Capital. En vida fue declarado ciudadano ilustre por el municipio de Berisso y por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, por unanimidad de todos los bloques políticos.