Ya no habría más lugar en la Tierra para expandir las pesquerías, según un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Columbia Británica que siguen de cerca la expansión sistemática de las pesquerías industrializadas y la National Geographic Society. El informe revela que las pesquerías se expandieron a un ritmo de un millón de kilómetros cuadrados por año desde la década de 1950 hasta la de 1970. La tasa de expansión se triplicó en los años 80 y principios de los 90, hasta abarcar cada año una superficie que equivale casi al tamaño de la selva tropical amazónica de Brasil. Entre 1950 y 2005, la expansión de las pesquerías comenzó desde las aguas costeras del Atlántico norte y del Pacífico noroeste hasta la zona de alta mar y hacia el Sur, hacia el hemisferio sur, a un ritmo de casi un grado de latitud por año. A esta situación se suma el hecho de que la captura se quintuplicó, de 19 millones de toneladas en 1950 a un pico de 90 millones de toneladas a fines de 1980, y luego bajó a 87 millones de toneladas en 2005, según el estudio. “La disminución de la expansión espacial desde mediados de 1990 no refleja el éxito de los esfuerzos de conservación, sino que es un indicador de que simplemente no hay más lugar para expandir las pesquerías”, dice Wilf Swartz, estudiante de doctorado del Centro de Pesquerías de la UBC y autor principal del estudio. Entre tanto, en menos del 0,1% de los océanos del mundo se establecieron reservas marinas cerradas para la pesca. “Si la gente de Japón, Europa y América del Norte se pregunta cómo es que todavía los mercados están inundados de productos del mar, es, en parte, porque la expansión espacial y el comercio compensan la sobrepesca y ‘la pesca de los eslabones más bajos de la cadena alimentaria’ en las aguas locales”, explica Swartz. “Mientras muchos todavía tienen la idea de que la pesca es una actividad romántica y localizada que realizan personas rudas, la realidad es que desde hace décadas, muchas pesquerías son operaciones corporativas con un enfoque de capturar lo máximo posible de nuestros océanos hasta que no quede rincón del océano sin explotar”, señala Daniel Pauly, coautor e investigador principal del Proyecto Sea Around Us Project (El mar que nos rodea), del Centro de Pesca de UBC. Los investigadores utilizaron una herramienta nueva para medir la huella de carbono ecológica de las pesquerías que les permite determinar el impacto combinado de todas las pesquerías marinas y su tasa de expansión. Conocido como SeafoodPrint, esta herramienta identifica la cantidad de “producción primaria” – los microorganismos microscópicos y las plantas ubicados en la parte más baja de la cadena alimentaria marina – necesarios para producir una determinada cantidad de peces. “La era de la gran expansión llegó a su fin y no es posible mantener el abastecimiento actual de pescado silvestre de manera sustentable. Cuanto antes nos encarguemos –de la misma manera en que la sociedad reconoció los efectos del cambio climático-, más pronto podremos frenar el agotamiento, creando regulaciones pesqueras más estrictas y más reservas marinas”, dice el coautor y miembro de la National Geographic Ocean, Enric Sala. Fuente: FIS