REDUCTORES DE VELOCIDAD CON CALLES
Autos muy veloces. Conductores intrépidos. Hombres y mujeres que manejan con desaprensión. La vida no vale nada. Lo importante es llegar cuanto antes. No se disfruta el recorrido. Rostros adustos. No se piensa un segundo en los demás. Siquiera en uno mismo. Se sale con el tiempo justo. Hay que llegar apretando el acelerador. No se frena en las bocas calles. Frente a las Escuelas sin la debida precaución. Lo importante es llegar al destino pensado. Los accidentes se multiplican. Daños materiales. Pérdidas de vidas humanas. Lomos de burros o reductores de velocidad para apaciguar los ánimos. ¿Es la solución?. Así no se atienden las causas. Hay que educar para conducir. No hay otro camino. El ser humano requiere hoy de educación especializada. Sea educar para tener sexo seguro y responsable, no ingerir alcohol o hacerlo con moderación y también para conducir pensando en la vida propia y la de nuestros semejantes. No alcanza con la enseñanza clásica. Hay que abordar problemáticas que afectan ostensiblemente a la sociedad. Educación, educación y más educación para que la vida valga lo que realmente vale.
Hasta la próxima. El croata.