TE LLORAMOS, JORGE MARZIALI

MarzialiLos obreros de Morón y los trabajadores argentinos y del mundo entero te lloramos, Jorge Marziali. Murió en Santa Clara, Cuba, luego de presentarse en el Festival del Caribe. Había terminado su actuación con su canción «El niño de la estrella», dedicada al Che Guevara. ¿Casualidad? ¿Qué mejor final pueden tener los combatientes del peronismo revolucionario? Militante, Amigo, «Cebollita y huevo», bien «Padentrano», Obrero peronista, cantor, autor, artista, ¡COMPAÑERO! «San Lagente» y «Cuando Perón era Cangalllo», seguirán «Caminando junto a Arturo Jauretche». La esencia del trovador popular en una frase: «La fiesta que llevo adentro es el canto compartido».

HASTA SIEMPRE DON MARZIALI Conocí a Jorge Marziali en la redacción de «Clarín», cuando hacía muy poco que los milicos asesinos del proceso (socios de los de «la Rural» y otras intoxicaciones antinacionales «civiles», entre ellas el diario mencionado) habían abandonado el gobierno, aunque no totalmente el poder. Marziali hombre libre, de vocación compositor, poeta y cantor, en esos tiempos ochentistas se ocupaba como periodista de escribir sobre lo que conocía por sentimiento y razón: la música popular de todos los argentinos y suramericanos. En ese pequeño prólogo a una amistad que se mantuvo totalmente viva hasta este viaje Cuba-Nubes que acaba de emprender, habiéndose enterado que yo estaba realizando un audiovisual documental sobre el poeta Antonio Esteban Agüero, me obsequió un incunable (en ese momento) del poeta sanluiseño: «Un hombre dice su pequeño país».

Ese libro incluye sus ahora famosos «digos», como el «Digo la Mazamorra», que musicalizó el santiagueño Peteco Carabajal y que hizo que miles (quizá millones) de argentinos se enteraran que hubo un poeta que escribió esa maravilla, se llamaba Agüero y era de San Luis. Marziali también creía que había que musicalizar a nuestros grandes poetas y también a políticos avivadores de zonzos, como se verá más adelante. Ya los años `60 habían demostrado que un poeta como Manuel J. Castilla no hubiera trascendido al conocimiento popular si no hubiera sido por la musicalización de sus poemas por parte del Cuchi Leguizamón, cosa que ya había demostrado otro enorme poeta salteño, Jaime Dávalos, con las músicas que a sus poemas le ponía don Eduardo Falú.

Ya vamos contabilizando por lo menos tres: Dávalos, Castilla y Agüero. Entonces Marziali decidió que se conociera masivamente a su compinche Daniel Giribaldi. Y durante el gobierno de Raúl Alfonsín, con la música que él le compuso, las «Coplas de la Libertad» fueron grabadas y difundidas por músicos y cantores populares en los grandes festivales.

 Daniel Giribaldi y Jorge Marziali

 De Giribaldi a Marziali: «A Jorge Marziali, que regresa de los juglares…; dice él».

Daniel Giribaldi

(dedicatoria en los originales de «Coplas y Cantares»-1977)

De Marziali a Giribaldi: «Se llamaba Daniel y está de vuelta – pa ignorar la académica gilada – pa volver a enseñar -como un Sarmiento- con la vaina, la pluma y la palabra». Jorge Marziali 

Giribaldi, in memoriam

Ya manyás, atorrante bien parido,

que busco garantía en este fato

me asocio a tu hidalguía cuando bato

el medallón de haberte conocido.

Con que un purrete sepa que has nacido

y se manduque un par de rantes versos

ya estamos agrandando el universo;

se la damos con queso al tal olvido.

No hay mucho más, tranquilo aquí me quedo

pues cada tema un loco ha de tener

podrán  junar que no viviste al pedo.

Y pateando los caminos de aprender

alguien descubrirá que hubo Quevedo

amarrocaste luces…, ¿qué vas a hacer?

                                                                              Jorge Marziali.

Ya en 2013 editó el compacto «Marziali en la brasa del presente-Homenaje a Daniel Giribaldi», que incluye (entre otros) los poemas musicalizados «Y yo me iré con él (El velorio)» y «Milonga de Don Quijote».

Jorge también dedicó inolvidables canciones a Manuel J. Castilla («Ese Manuel que yo canto»), don Sixto Palavecino («La Sixto violín»), Hilario Cuadros («Hilario, viejito lindo»), Alfredo Zitarrosa («Milonga viuda») y también opinó «políticamente» (para horror de los que creen que no deben mezclarse «la música» y «la política») con «Los obreros de Morón», «El niño de la estrella», «Cuando Perón era Cangallo»… Y Arturo Jauretche: «Así hablaba don Jauretche», tan actual en 2017 como cuando don Arturo escribió «El medio pelo en la sociedad argentina», «Los profetas del odio y la yapa» y «Manual de zonceras argentinas» (por sólo mencionar tres).

Quizá alguien opine que el párrafo que va a cerrar mi comentario refleja una circunstancia puramente «casual». Como que don Jauretche y don Marziali se fueron al gran silencio (como diría don Ata) en amaneceres de días patrios. Será o no será, pero la cosa fue así:

Comenzaba el 25 de mayo de 1974 y en su vivienda de la Ciudad de Buenos Aires se producía el fallecimiento de don Arturo Jauretche.  Comenzando el 9 de julio de 2017, en Santa Clara, República de Cuba, se produjo el fallecimiento de Jorge Marziali.

La única muerte es el olvido.

Ricardo Luis Acebal.

Don Arturo Jauretche: tilingos, abstenerse.

TE LLORAMOS, JORGE MARZIALI.

Los obreros de Morón y los trabajadores argentinos y del mundo entero te lloramos, Jorge Marziali.

Murió en Santa Clara, Cuba, luego de presentarse en el Festival del Caribe. Había terminado su actuación con su canción «El niño de la estrella», dedicada al Che Guevara. ¿Casualidad? ¿Qué mejor final pueden tener los combatientes del peronismo revolucionario?

Militante, Amigo, «Cebollita y huevo», bien «Padentrano», Obrero peronista, cantor, autor, artista, ¡COMPAÑERO! «San Lagente» y «Cuando Perón era Cangalllo», seguirán «Caminando junto a Arturo Jauretche». La esencia del trovador popular en una frase: «La fiesta que llevo adentro es el canto compartido».

 Lo vio nacer la peña de las Chacras donde renació la música del interior argentino, el folklore cuyano, que venía de La Tropilla de Huachi Pampa del inigualable Buenaventura Luna y la voz famosa de Antonio Tormo hasta el Nuevo Cancionero con Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez . Partió a la fama en el `76 luego de que «me reventaran la casa».

Fue periodista de la prensa grande y de los audaces géneros progres de la prensa setentista, animador de radio, poeta y como encomio a la creatividad, sobre todo, CANTOR. Sin pretensiones ni condicionamientos. Allí donde cualquiera de las múltiples alegres citas de la gente laboriosa y afable, a lo largo y a lo ancho de Argentina y de la Patria Grande se lo demandara, él estuvo: un sinnúmero de actuaciones sin más trascendencia ni precio que el cariño de la sencilla familia criolla. Ese es el sello que lo personifica.

Las peñas cuyanas, los obreros de Morón, Don Arturo Jauretche, Marita Londra, los militantes de los pueblos de la provincia de Buenos Aires, los festivales latinoamericanos, ¡cómo te vamos a extrañar, hermano, sin tu sinceridad y tu modestia, tu canción, tu calor y tu sensibilidad popular!

 Hoy, como lo desearías, elevo la plegaria que contiene tu «Elogio del estar despierto» más que nunca y elegimos entre tus muchas osadías aquella de «Yo elijo criollos»; igual que vos, con todo orgullo y alegría. Por eso serás inmortal en la memoria de los pobres.

Por eso, desde la humildad, este homenaje tan sencillo a tan grande artista popular.

Ernesto Jauretche

La Plata, 9 de julio 2017

¡Viva la Patria!