Malvinas y Madrynazo por la Profesora en Historia Mónica Durán

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j2Los vecinos de la ciudad de Puerto Madryn, en la provincia de Chubut, han tenido sendas experiencias de Memoria vinculadas a lo que la guerra de Malvinas dejó en la sociedad. El pueblo madrynense supo salir a las calles para recibir a los más de ocho mil soldados argentinos que entre junio y julio de 1982 regresaban al territorio continental ya finalizado el conflicto bélico. 

La mejor síntesis de aquellas jornadas se reflejó el 19 de junio, cuando el buque británico Canberra desembarcó a más de cuatro mil soldados argentinos en el puerto local y “Madryn se quedó sin pan”a partir de la iniciativa de los vecinos de brindarles calidez y reconocimiento: Copar las calles -pese a los dispositivos del gobierno militar que pretendían que estos hechos transcurran en el más absoluto hermetismo- y agotar el pan para brindárselos a los soldados en su paso por las calles de aquel pequeño pueblo del sur que por entonces rondaba los 25 mil habitantes, fue y es uno de los hechos colectivos más significativos en la memoria comunitaria y en la de esos jóvenes “veteranos” de Malvinas. Esa primera movilización mostró que la sociedad no compartía las medidas políticas que buscaban invisibilizar la experiencia de la guerra y sus secuelas y que además, era capaz de reconocer el sacrificio y compromiso de los soldados argentinos que habían participado en aquel conflicto. Ya con la reapertura democrática esas Memorias vuelven a operar y se hacen notar en la política doméstica y exterior. La comunidad local y del valle supo posicionarse frente a la indignación que significaba la noticia del arribo de la flota de guerra de Estados Unidos de Norteamérica a la misma ciudad en el año 1984. Si, el mismo puerto donde menos de dos años antes habían desembarcado los soldados argentinos. La colaboración que el país del norte había tenido con el Reino Unido durante la Guerra de Malvinas -desentendiéndose de acuerdos internacionales previos como el TIAR- no fue olvidada. Así fue que, en el mes de septiembre de 1984, el desafío fue revertir aquella autorización del gobierno nacional que -en el marco del Estado de Derecho, los acuerdos preexistentes y la solidaridad americana- posibilitaría el desembarco de los marines yankees y el aprovisionamiento de su flota militar. Ponerse de pie no solo era tener capacidad para crear una Comisión Multisectorial que presione a la clase dirigente local y provincial. Ponerse de pie era también, juntar bronca e indignación suficiente para hacer frente al imperio norteamericano, repudiar su presencia e imposibilitar el arribo. La consigna “yankees go home” que acompañó aquella gloriosa jornada del 10 de septiembre se hizo carne cuando, caminando más de 6 km, la movilización popular pudo ingresar al puerto local, superar el vallado de seguridad y desamarrar al buque insignia de la “Atlantic South Force”. Así, el buque destructor “Thorn” retrocedió y con él, la fuerza y prepotencia de un imperio que pretendía marcar agenda de lo que un pueblo puede y debe recordar. O los modos en que se escribe la Historia, que es casi lo mismo. El Madrynazo fue más que el 10 de septiembre de 1984, fue más que una jornada de bronca y protesta, fue más que un pueblo expulsando a los aliados de quienes aún violentan la integridad de nuestro territorio. El Madrynazo demostró que la Soberanía tiene muchas caras, se puede expresar de muchas maneras. Y tomar la calle para expulsar a los yankees fue ejercer soberanía popular y territorial. Y sentir que podemos ser dueños de nuestro destino.