BÚSQUEDA DE NUEVAS FUENTES A SOL Y SOMBRA

Por Bibi-Aisha Wadvalla. EL CAIRO, jun (IPS) – Con un calor abrasador, el runrunear de los aires acondicionados y ventiladores no cesa en la capital egipcia. De ese modo crece la importancia de agregar nuevas fuentes energéticas a la red nacional de suministro eléctrico, que hasta ahora depende en 85 por ciento de los combustibles fósiles.

Esta populosa ciudad registró varios cortes de agua y de electricidad en el verano pasado provocando un escándalo. El consumo en 2010 llegó 2.600 megavatios, un incremento de 13,5 por ciento respecto del año anterior.  Hace 1.000 años, los antiguos egipcios reverenciaban al dios del Sol, Ra. Pero pasaron muchos siglos antes de que este país comenzara a darse cuenta de su importancia como fuente de energía. Los avances en la materia son lentos pese a que Egipto es uno de los estados que recibe mayor radiación solar del mundo. A menos de 100 kilómetros de El Cairo está Kuraymat, la primera planta solar del país que se espera produzca 120 megavatios. Se trata de una central mixta, 20 megavatios se generarán a partir de la energía solar y 100 del gas natural. La activación de la planta se había originalmente previsto para diciembre de 2010, pero fue pospuesta varias veces por distintos motivos. El último fue la revuelta popular que comenzó el 25 de enero. «Los socios extranjeros del proyecto se fueron y no pudimos seguir», indicó Jaled Fekry, director de investigación y desarrollo de la Autoridad de Energía Nueva y Renovable (NREA). La tecnología fue suministrada por las empresas alemanas Ferrostaal y Flagsol, subsidiaria de Solar Millenium. Kuraymat está en la etapa final de puesta a punto, cuando se realizan pruebas. Fekry espera que esté terminada para fines de este mes. En julio de 2010 se anunció la construcción de una segunda planta solar de 100 megavatios en Kom Ombo que se prevé que esté terminada para 2017. «Aspiramos a tener otra de 200 megavatios para fábricas de cemento y de 1.000 megavatios para el sector privado», indicó. Son planes ambiciosos, pero acordes con el objetivo de generar 20 por ciento de la electricidad a partir de fuentes renovables para 2020. Un tercio o 7.200 megavatios procederán de la energía solar, lo que Fekry considera que es factible. Los proyectos a gran escala no tendrán por ahora consecuencias directas sobre la población en general, pero una empresa impulsada por NREA y el Ministerio de Ambiente de Italia le cambió la vida a la gente del desierto del oeste. Las aldeas de Ain Zahra y Umm al Saghir no están conectadas a la red de suministro eléctrico nacional, pero desde diciembre de 2010 alimentan sus escuelas, mezquitas y hospitales paneles solares fotovoltaicos. Ingenieros de la NREA se quedaron en el lugar para capacitar a la población local. En seis meses no hubo quejas, indicó Fekry.  La energía producida por paneles fotovoltaicos es adecuada para áreas alejadas, explicó el especialista Mohab Hallouda, del Banco Mundial, pero «el precio debe bajar para que sea una alternativa viable para la red nacional». Lejos de la burocracia de las propuestas estatales, SolarCITIES permite llevar electricidad a zonas desfavorecidas como Darb el Ahmar y Manshiet Nasser, dos de las más pobres de El Cairo. Muchos de los residentes de la zona no pueden comprar dispositivos de calefacción. Las mujeres se ven obligadas a hervir agua en cocinas a queroseno. El invierno suele ser una época en la que aumenta la cantidad de personas quemadas. Mustafa Hussein, uno de los residentes de Darb el Ahmar, es uno de los primeros participantes de SolarCITIES. Se convenció de su utilidad tras reunirse con Thomas Culhane, fundador de la iniciativa, quien bosquejó un prototipo de panel solar y de calefactor. El sistema se construyó con 25.000 dólares aportados por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y se instalaron 35 unidades. Amm Hassain, de 70 años, fue uno de los primeros en acceder a la instalación de la unidad en el techo del edificio. En su familia ya nadie tiene la trabajosa tarea de hervir agua para el baño ni se expone al peligro de quemaduras. La unidad ofrece 200 litros de agua al día que alcanza bien para 10 personas y permite, además, tener una reserva fría de 200 litros para cuando se corta el suministro del servicio en la zona. «Involucramos directamente a la comunidad. Vivo aquí. Conozco el lugar y sé cómo relacionarme con la gente», indicó Mustafa Hussein, quien cree que proyectos de ese tipo tienen más valor. Pero sin fondos adicionales, SolarCITIES no prosperará. Los 678 dólares que cuesta la unidad es mucho dinero para los residentes locales cuyos ingresos locales rondan los 610 dólares al año. Hussein cree que la gente se dará cuenta de la importancia de la energía solar en los próximos años. «Experimentaremos más cortes de electricidad. El verano pasado hubo una escasez de gas y la gente murió peleándose por él», añadió. Fekry pretende que Egipto siga el ejemplo de Túnez. «El gobierno tunecino subsidió calentadores solares de agua y los suministró a crédito con una baja tasa de interés», explicó. Pero con reglas de juego desiguales es poco probable que haya un cambio de paradigma hacia el sector de energías renovables. Aun con la eliminación progresiva del subsidio al gas, la energía fósil sigue siendo barata, en tanto la falta de competencia no reducirá el costo de la alternativa solar. Kuraymat costó 360 millones de dólares y se estima que la de Kom Ombo ascenderá a unos 270 millones de dólares. El gobierno de Egipto prevé gastar entre 100.000 y 120.000 millones de dólares para triplicar la capacidad de generación eléctrica para 2027. Fekry responsabiliza a los gravámenes impuestos a los componentes solares del alto costo de la energía solar. «Podemos crecer sólo si hay fondos. Los inversores extranjeros deben enviar dinero a Egipto ahora, no esperar a que haya estabilidad», añadió.