ENERGÍA NUCLEAR: SE REABRE EL DEBATE – ARGUMENTOS EN CONTRA 3

Estancada en los últimos años, sus defensores la presentan ahora como una solución al cambio climático y a la dependencia de los combustibles fósiles. Heikki Willstedt, experto en energía y cambio climático de WWF/Adena, considera que no hay una necesidad perentoria para Europa de volver a la energía nuclear. «Sería

un error mayúsculo», asegura, «ya que volvería a canalizar la mayor parte de las inversiones hacia este tipo de centrales, desviándolas de la toma de medidas de eficiencia energética y de impulso de las renovables». La única forma de sobrevivir de las centrales es mediante ayudas estatales transparentes o encubiertas. De la misma opinión es José Santamarta, quien recuerda que, aunque el cenit de la producción mundial del petróleo y gas natural llegará en 20 o 30 años, hay tiempo más que suficiente para una transición ordenada hacia un modelo energético más eficiente, menos intensivo y en donde las energías renovables vayan sustituyendo paulatinamente a los combustibles fósiles, sin necesidad de recurrir a la energía nuclear. Además del inconveniente más conocido de un posible Chernobil, Willstedt y Santamarta enumeran una serie de problemas que deberían ser tenidos en cuenta para no abrir más centrales nucleares e ir cerrando progresivamente las actuales:

  • Las fugas y la contaminación están presentes en toda la cadena comercial del procesado de materiales nucleares, y produce un legado radioactivo extremadamente peligroso para la salud y los ecosistemas durante miles de años.
  • No es tan barata como dicen sus defensores: No se tienen en cuenta los costes que supone la creación de una central nuclear moderna, ni el tratamiento de la contaminación que generan, ni el sobrecoste del combustible nuclear, ni mucho menos el gasto que supondría un accidente serio. Además, la construcción de una central es un proceso lento que puede durar varios años. Por todo ello, su única forma de sobrevivir es mediante ayudas estatales transparentes o encubiertas.
  • La eficiencia energética y algunas energías renovables de tecnología madura como la eólica son soluciones económicamente más competitivas para reducir emisiones de GEI.
  • Se trata de una energía mal aprovechada: Las centrales sólo producen electricidad, por lo que sólo alcanzan el 30% de eficiencia, y necesitan de grandes redes de transporte eléctricas en las que se pierde hasta un 10-20% de la electricidad producida.
  • Las centrales nucleares, e incluso los residuos radiactivos (las llamadas «bombas sucias«) se han convertido en un nuevo objetivo terrorista, por lo que sus costes de seguridad, pagados por el Estado, se van a incrementar.