UN ÁNGEL LLAMADO KETO

Se llamaba Anacleto Caro. Le decían Keto. Siendo niño lo conocí en el Oratorio Domingo Savio. Por supuesto jugando al fútbol. Nosotros en representación de la Escuela N° 50. Siempre rodeado de niños en su diario peregrinar. Les prodigaba amor y comprensión. Su obra humana fue extraordinaria. Sin recursos ni pensando en obtener algo a cambio. Todos los días con idéntica misión. Recorriendo los barrios. Transitando sus calles. Estimulando la participación futbolística. Los niños confiaban en Keto. Los padres también. La cancha de Jorge Newbery como destino. Allí quería verlos. Lo valioso era jugar y divertirse. Todos los días con igual predisposición. Se comunicaba y lo entendían. Hablaba y actuaba con el corazón. Lo recuerdan con cariño. Ese que supo granjearse. En vida reconocí sus virtudes. Fue expresión humana de amor y solidaridad. Trabajó en silencio. Muchos se olvidaron. Personalmente le entregué un diploma. Un acto de la Comisión de Actividades Infantiles fue el escenario público. Sin estridencias. Era Anacleto Caro. Keto de sobrenombre. Un ángel que dio todo para llevarles felicidad a nuestros niños. Palabras simples con frases cortas. Hasta la próxima. El croata.