No crean que “VILLA” es sinónimo de “DELINCUENCIA”,

LA EXPLOSION DE LA INCERTIDUMBRE

Por Emiliano Quevedo y Marcelo Ojeda: Imaginemos una situación. Un plan siniestro. Una persona osada tanto en lo material como en lo afectivo. Una broma organizada que le muestre la realidad y vea esa burbuja propia elaborada durante años rápidamente desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos. Luego de hacerle creer que está en banca rota, inventarle romances y la aparición de hijos que nunca tuvo, proviene la debacle con el abandono inminente de su mujer y sus hijos, sus supuestos amigos estafados por él; le dan vuelta la cara. Solo, deambulando por la calle es asaltado y despojado de sus últimas monedas, sus documentos y tarjetas de crédito. Mira hacia el cielo y no haya respuesta alguna; extraña su lugar, su paz, aquello que un día supo ser hoy es solo un recuerdo. Decide ir a su hogar, al entrar lo recorre un vacío que lo pone de rodillas dejándolo perplejo ante semejante soledad, llama a sus padres buscando consuelo y atiende uno de sus hermanos muy enojado con él y le dice que sus padres han sido asesinados en un intento de robo, según la carátula policial. Si en ese preciso instante le ponen enfrente al responsable, sentado, amordazado en una silla y le dan un arma para matarlo lo haría inmediatamente. Eso fue justamente lo que sucedió, desde el Departamento Central de Investigaciones le informan de un avance importante en la causa por el homicidio de sus padres y es requerido para ver con sus propios ojos al autor de tan aberrante suceso. Al llegar le dan un arma, que él sin pensarlo toma en sus manos; el sujeto trata de gritar y escapar sumido en pánico perpetuo, pidiéndole piedad con sus ojos. Sin dudarlo un momento se dispone a propinarle una muerte, una despiadada muerte a su adversario pero lo detienen y le informan de la broma. Su mujer y los niños corren a abrazarlos, también sus padres y sus amigos. Dramático, ¿no?… sentir esa impotencia, esa incertidumbre que enloquece, sentir vedadas tus emociones, tus adquisiciones e incubar la sensación de miedo e inseguridad en cada paso dado. Evacuar en vano ese grito reprimido y mudo; así como el grito de la hormiga que es aplastada por algún zapato, alguna rueda. Es la pobre gente que se quedo afuera y mira el espectáculo por un agujero en la pared. Esa misma pobre gente que no solo no sabe si llegara a fin de mes, duda si llegara a fin de año. Esta gente baja la cabeza porque en su interior sabe que le costara demasiado mandar a sus hijos a la secundaria y que no pagara la carrera universitaria; además moverá la cabeza mil veces de un lado hacia otro cada vez que su niño le pida ese bendito juguete que tanto ansia. Son atrapados en libertad. Todavía nos sorprendemos cuando vemos a un grupo de personas cortar una calle o a una mujer llorar delante de las cámaras dejando la vida en su lamento que hace el deleite de los programuchos de TV que exprimen al máximo la desgracia ajena con ese morbo asqueroso y sin ofrecer una opinión convincente.

Esa gente explota, cansados de tomar desvíos pero no hallar jamás la salida definitiva. Dicha problemática tiene su origen en una serie de cambios culturales, educativos y económicos que se vienen gestando hace ya varios años. La solución no es mágica por supuesto, se construye entre todos (Gobierno, empresas, sindicatos, escuelas, instituciones, familia). Si, el factor económico tiene que ver en gran medida, aunque es la educación la principal aliada. Debería ser un desafío a corto plazo, pero tenemos que aunar esfuerzos para no dejar de cumplir esas garantías que le pertenecen al ciudadano para un pleno desarrollo. El asunto hay que encararlo de raíz, desde la base. Una vez que los niños crecen sin horizontes, sin oportunidades, sin metas, sin futuro y principalmente sin educación, se dan por vencidos entregándose a los vicios y la delincuencia que es el camino más corto y fácil. La educación es el antídoto. Una adecuada política económica: aprovechando los amplios recursos que el país tiene; mesura en la administración y desmesura en el fomento de proyectos educativos.  Ahora presten atención a esta palabra: IMPUNIDAD, que según el diccionario quiere decir FALTA DE CASTIGO. Estamos ante una gran ausencia incluso aun más grave que la corrupción, y nuestro pueblo no debería permitir que esto suceda. Es la lucha del bien contra el mal, del que más tiene para ser generoso con aquel que necesita, que sufre; porque no crean que VILLA es sinónimo de DELINCUENCIA, no señor; ahí hay gente que es trabajadora y honesta que se esfuerza a diario para vivir un poco mejor, y lo otro ya sabemos a qué se atribuye. Pero nos tenemos que focalizar en superarnos, ¡no puede ser que todos los días sean iguales! ¿No sienten que todos los días son iguales? Los que escribimos esto creemos que sí. Este es el principio de un largo camino.  Incertidumbre en un sistema que nos debilita.  Por Emiliano Quevedo y Marcelo Ojeda.