Iba a la escuela y regresaba con una sonrisa a flor de labios. A diferencia de otros alumnos que lo hacían con el ceño fruncido.

EL ESTÍMULO MARCA CARIÑO

No se puede vivir sin amor dice la canción. Cierto es. Las caricias estimulan. La ternura es la mejor muestra de humanidad. El cariño es un paraguas protector. Así lo sentía Pedrito el hijo de un modesto trabajador. Iba a la escuela y regresaba con una sonrisa a flor de labios. A diferencia de otros alumnos que lo hacían con el ceño fruncido. Era tal la disparidad en los rostros que llamaba la atención. El papá de Pedrito lo despedía y recibía diciendo algo en el oído. Todos los días la misma escena. El acto cotidiano no se repetía con los demás alumnos. Los padres más distantes esperaban en sus autos. No se reproducía lo que Pedrito y su padre repetían a diario. Era un abrazo y palabras en el oído. Ese pequeño momento marcaba la distinción. Todo siguió tal cual. Un día un padre curioso preguntó a Pedrito: ¿qué te dice papá en el oído? y Pedrito respondió papá me dice : te quiero mucho hijo mío. Ahí estaba la razón motivadora de la sonrisa permanente de Pedrito. En el cariño de su padre. En esa frase tan profunda. Ese era el estímulo cotidiano. El que fortalecía y acompañaba al niño en todo momento y todo lugar.

Hasta la próxima. El croata